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sábado, 23 de febrero de 2013

Despreciado y en Silencio

Se levantaron todos ellos y le llevaron ante Pilato. Comenzaron a acusarle diciendo: “Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey”. Pilato le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Él le respondió: “Sí, tú lo dices”. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: “Ningún delito encuentro en este hombre”. Pero ellos insistían diciendo: “Solivianta al pueblo con sus enseñanzas por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí”. Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo. Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén. Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba que hiciera algún signo en su presencia. Le hizo numerosas preguntas, pero Él no respondió nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia. Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de Él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato. Lc 23 1-11


Pretende humillarte despreciando tu esencia. Te han llevado ante un rey ficticio títere del extranjero, que detenta un poder inexistente. Quiere menospreciarte delante de su corte de hienas, y te exige trucos de magia, como si Tú fueras un vulgar prestidigitador y que tus hechos se redujeran a juegos de manos. Y lo hace por temor; en el fondo teme que Tú seas el prometido y que hayas venido a expulsarle del trono de sus privilegios, sin entender que Tú eres Rey de los Cielos y que tu poder no es terrenal. Por eso te tantea y te prueba inmerso en su ignorancia. Y Tú respondes como se hace con el necio… con tu Silencio. Un Silencio humilde y paciente con esta humanidad que cuestiona constantemente tus acciones porque no comprende que esta realidad sea un mero camino, una simple transición, y que la vida verdadera está más allá de esta existencia; que es incapaz de entender que si Tú gobernases cada pequeño aletear de las mariposas que inundan nuestros campos, el libre albedrío no existiría, ni habría valor alguno en seguirte y caminar por la senda correcta. Ni habría sitio para la Fe. Y respondes al desprecio iluminando los corazones que se dejan alumbrar y mostrando la Verdad a los que te niegan… esperando calladamente que algún día te acepten…

Despreciado por el mundo,
por la tierra y por el hombre.

En silencio soportaste
la burla de aquel cobarde,
...regocijo en tu condena...
para Herodes hijo del Grande
que inundó Belén de penas.

Como a un vulgar hechicero
trató al Monarca de los Cielos
y solicitando magia
buscó humillar al Cordero
cebándose en su ignorancia.

Si no entiende el fariseo
el sentido en mi Palabra
qué ofrecer más que silencio...
vale más una mirada
si bebe del sentimiento.

Guillermo Rodríguez



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