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domingo, 12 de mayo de 2013

El Camino de los Llanos

El tiempo pasa... Inexorablemente la cadencia de los días nos fue separando del punto de origen, ese en el que te posaste en el nido de tu pueblo después de siete largos años de espera. Cómo ha cambiado todo desde que acompañé tu venida, cuántas circunstancias nuevas adornan nuestras realidades y cuánto ha sido lo perdido por la senda de la vida. Cientos de cunas rocieras se han preñado de alegría, y al mismo tiempo muchas de nuestras oraciones tienen ahora un intercesor directo a la orilla de tu trono de los Cielos.

Y ahora somos conscientes de que los días, los meses, se nos fueron de las manos; parece que fue ayer cuando pintaron de blanco los troncos del sendero que camina tu Divina Majestad. Quedarán atrás las Salves de noche y las noches de guardia. Pero así será porque así debe ser. Tu sitio está a las orillas de la madre porque así lo decidiste hace nueve siglos. Y tu pueblo, tu gente, tragándose la amargura de tu lejanía te volverá a llevar al hogar que un día quisiste que fuera tu altar marismeño. ¿Cómo van a negarte tus hijos lo que les pidas si Tú les das la vida entera?

Y mi espíritu se arropará en tu capote para sentirte cerca cada instante de la madrugada de escopetas hasta que los primeros rayos de sol iluminen tu bendito rostro al quitarte el pañito que lo protege. Y entonces comenzará a preñarse de nuevo la ilusión de Almonte y rezarán tus almonteños para que vuelen los años y pronto vuelvas a glorificar los rincones de su devenir cotidiano con tu infinitud maravillosa.

Mientras tanto, toda nuestra esencia convergerá en tu Aldea, la única del mundo que se escribe con mayúsculas… y peregrinará el universo entero para mirarte a los ojos y beber de tu mirada la fuerza del mismo Dios… y plenos de tu Gracia, pregonaremos a los cuatro vientos tus maravillas y sembraremos la semilla rociera en valles y sierras, en campos y mares, por los cinco continentes… para que la humanidad entera sienta el calor de tu manto de Madre y para que se alimente con el maná que cae del Cielo como Divino Rocío.


Cada siete romerías
el Camino de los Llanos
te conduce a la marisma
y se siente afortunado.

Se le niega tu Mirada
pa’ guardarte de la arena,
pero bastan tus Pisadas,
y presume de tus huellas.

Un capote te resguarda
del mar de la polvareda
y vestida está Doñana
con las más bellas candelas.

Entre salvas de escopetas
Almonte se queda sola,
llega el tiempo de carretas,
de compartirte, Pastora.

Porque digan lo que digan
es el mejor de los senderos
el que tus pasos caminan,
que naciendo de tu pueblo
te devuelve a la Rocina.

Guillermo Rodríguez


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