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sábado, 5 de abril de 2014

El Cristo de Juan de Mesa que vive en Guipúzcoa



Se acerca la Semana con la sucesión decidida de la primavera. Pronto veremos las Imágenes que desatan la devoción, recorriendo miles de puntos de nuestra geografía. Obras e imagineros que han esculpido nuestra historia como, hace cuatro siglos por estas fechas, hiciera el cordobés Juan de Mesa y Velasco.

"Dio tanto de Dios que se olvidó de sí", eso me dijeron hace poco y creo que es verdad. Su historia, anónima durante casi 300 años, parece dar calibre a esa afirmación que cataloga -al escultor y ensamblador con el grado de su gremio- como carne de beatificación durante una trayectoria vital que se expresa en unas Imágenes que son fuerza y ternura, que despiertan la fe y el amor que emana de ésta.

No tratamos en estas someras líneas ni a las Angustias, al Amor, Buena Muerte, Gran Poder... En un libro de José Hernández Díaz (que fue el gran difusor e investigador de Mesa en el siglo XX), se llegaba a decir que era un Laocoonte del Barroco.

El Cristo de Vergara (Guipúzcoa) fue encargado por Juan Pérez de Irazábal, Superintendente de la armada y Contador Mayor de Felipe III y Felipe IV en la Real Hacienda de Sevilla. Acordando con el imaginero la hechura de un Cristo Crucificado que estaría vivo, clavado en la Cruz y coronado de espinas. Su envergadura debía ser superior al natural, alrededor de las diez cuartas, y el plazo de ejecución se fijó en 4 meses; con un coste que ascendería a 1300 reales. Una vez realizado, el Cristo de la Agonía permaneció en Sevilla durante un período de cuatro años hasta que fuer entregado a la Parroquia de San Pedro de la Villa  de Bergara. Así, el 5 de Octubre de 1626, a manos del hijo del contador, Juan Bautista Pérez de Irazábal, fue entregada a dicha parroquia para hacer más universal la obra de un imaginero que nos entregó todo de sí.
Blas Jesús Muñoz














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