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viernes, 15 de agosto de 2014

Nuria Barrera: "Me gustaría pintar otras cosas. Pero me demandan pinturas religiosas"


A continuación les reproducimos la magnífica entrevista realizada por Félix Machuca para Pasión en Sevilla a la pintora Nuria Barrera. Disfruten.

Podría decirse que salió de una etapa oscura, dura, tenebrista para instalarse en la tristeza del azul. Pero ahí saltó la chispa. Y el azul en el que vive permanentemente la naturaleza plástica de Nuria Barrera es inmensamente feliz. Porque es el azul del cielo de Sevilla, el azul de su cerámica, el azul de sus mejores y más festivas celebraciones.

El arte es un estado de ánimo. Y pintar no es otra cosa que dejar salir de tu alma los demonios que la inflan o la desinflan. El cartel que le hizo al Cachorro, tan jondo, tan por martinete, nada tiene que ver con la visión impresionista de la Puerta de Palos, donde las luces de los faroles se estrellan y salpican con los charcos de una lluvia que acaba de empapar a Sevilla.

Nuria dice que Sevilla es tan femenina como Ava Gadner; y tan interesada como un prestamista ventajoso. Lo de Barrera es solo apellido. Porque entre ella y la pintura más elaborada no existe ninguna.


Pregunta (P): Dígame: ¿usted saldría con la pandilla de Frida Khalo?

Respuesta (R): Claro que sí. Me tomaría mis cervecitas. Creo que fue una mujer muy interesante, sufrió mucho y lo expresó a través de la pintura. Me encanta su estética personal. Yo me pongo los mismo colares que ella.

(P): ¿No le aterraría la intensidad autodestructiva de una amiga de ese calibre?

(R): No, no. Pienso que en lo personal sería un acto de generosidad poder estar al lado y ayudar a una persona con tantísimos problemas.

(P): ¿Para convertir lo cotidiano en arte hay que sufrir, pasarlo mal?

(R): Por supuesto que no. Lo que hay que saber es mirar. Nada más. A veces hay cosas delante que no sabes verla. La sensibilidad de los artistas está ahí; transformar lo cotidiano en arte.

(P): Yo le he visto pintar a usted una rueda de calentitos…

(R): Saber mirar es eso. A eso me venía a referir antes. Yo pinté ese cuadro porque precisamente  me fijé un día que estaba haciendo cola en el puesto de Ángela en el Postigo. Y vi la mirada de la gente, el color, el movimiento de las figuras. En una cola de calentito hay mucha historia.

(P): Dígame lo último que se haya pintado en Sevilla y que le haya impactado

(R): El cartel del pregón universitario de Ricardo Suárez. Y, por formato, el horizontal de la trasera del palio de la Estrella, de Carlos Peñuela.

(P): Sevilla pinta muy bien; tampoco escribe mal; pero no parece muy aventajada en hacer cuentas y multiplicar lo que recibe…

(R): Hay poca iniciativa. Sevilla es una ciudad que vive cómoda, anclada en sus sueños, muy conformista.

(P): ¿Usted se ha especializado o la han especializado en pintura religiosa?

(R): Me he especializado. La verdad es lo que me demandan. Y hago muchas cosas con esa temática.

(P): ¿No teme quedarse ahí, perdone la expresión, vistiendo santos…?

(R): Es como al actor al que siempre le dan el papel de galán, de bueno, de malo o de simpático. Me encantaría hacer otras cosas.

(P); Pero…

(R): Es lo que hay.

(P): Verla pintar cosas tan hermosas como el cartel del Cachorro, el de la Macarena o el del Consejo es enriquecedor. Pero me encantaría verla pintar otros termas más mundanos. ¿Puedo esperar sentado o me da expectativas?

(R): Mucha Esperanza…


(P): Conozco de su álbum de Twitter una estampa maravillosamente impresionista de la puerta de los Palos de la Catedral. Anímese mujer…

(R): Para mí ese tipo de pintura es una vía de escape. En cada pincelada de esos colores vibrantes va mucho desahogo. Disfruté mucho haciendo ese cuadro. Dice mucho de mi estado de ánimo cuando lo pinté. Estaba desbordante. Parta mí la pintura es un estado de ánimo.

(P): Por cierto, hablando de Twitter, ¿qué le pasó hace unas semanas?

(R): Uffff.

Fue una pesadilla. Como si el pajarito azul hubiera mutado en moscardón…

Muchos amigos piaron y me sentí muy protegida frente al peligro de las redes sociales.

(P): Curiosamente su etapa azul es de lo más gozosa, frente a la tristeza natural de ese color. ¿Por qué?

(R): Sevilla son sus azules. El cielo, la cerámica… Pero Sevilla es una ciudad alegre. Por eso mis azules son positivos.

(P): ¿Usted pinta en su estudio en silencio o necesita música?

(R): Mucha música. Bandas sonoras sobre todo. Empleo mucho Cinema Paradiso y la de El Piano, entre otras.

(P): Torrente no, ¿verdad?

(R): (Risas) Nooooooo...

(P): He visto a compañeros suyos reinterpretar las márgenes del río con el «Bueno, el Feo y el Malo» de Ennio Morricone de fondo…

(R): Y además sé quién es. Genio y figura…

(P): Dígame la triada femenina de pintoras a las que hay que hacerle la ola cuando pasen por nuestra vera.

(R): Isabel Sola, Beatriz Barrientos y, por supuesto, Carmen Laffón.

(P): Una curiosidad muy impertinente: ¿En cuantos plazos ha llegado usted a vender un cuadro?

(R): ¿A plazos? Igual que una lavadora... 












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