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viernes, 29 de agosto de 2014

Verde Esperanza: Verdades incómodas de la música cofrade


Habiendo leído el magnífico artículo escrito en Gente de Paz ¿Cuánto vale la música? por uno de mis compañeros preferidos de debate cofrade-musical, Alfonso García, me he decidido a escribir sobre un tema al que le tenía ganas desde hace tiempo. He de decir que estoy de acuerdo en gran parte con el mencionado artículo, al que haré referencia en distintos momentos de este texto, pero me gustaría aportar una perspectiva distinta, la del lado de las Hermandades en esa eterna “disputa” –dicho en su vertiente más inofensiva- que existe entre bandas de Semana Santa y Cofradías. Sí quiero dejar clarísimo que no es una respuesta a Alfonso en absoluto, con quien mantengo una relación excelente, de hecho lo he comentado con él y ambos pueden llegar a ser textos complementarios. Que nadie trate de buscarle los tres pies al gato.


Hay un aspecto que es innegable y es necesario señalar para que se entienda mejor el artículo. Conviene distinguir entre dos tipos de Hermandades con respecto a lo económico: las poderosas (normalmente capitales de provincia o ciudades importantes) y las humildes (el resto). Las poderosas no tienen ningún problema: entre subvenciones del Ayuntamiento, donaciones, cuotas de hermanos… Pero en los tiempos en que vivimos, muchos se dan de baja de las Cofradías de índole más humilde, hay menos participación en los actos que estas organizan para recaudar dinero y, como consecuencia, su economía se ve fuertemente damnificada. ¿El resultado? Hay que recortar, y lo primero en lo que se recorta es en bandas, como es lógico, puesto que no sería de recibo pegar un tijeretazo en caridad, por ejemplo. Por ello, las bandas no pueden pretender cobrar lo mismo que hace diez años, simplemente porque una Hermandad no puede destinar más del 50% de sus ingresos para pagar a las bandas. 



Dice Alfonso en su artículo que a veces la respuesta que ha obtenido de alguna Hdad. es la de que “tenemos quien venga por menos dinero”, y que así no hay forma de competir. Mi respuesta, y se la he comentado a él, es que sencillamente a veces no queda más remedio que buscar la banda más barata sin prestar demasiada atención a la calidad musical. Otro aspecto que me gustaría señalar es algo que alguna que otra vez he comentado con un buen amigo cofrade de mi ciudad. Y es que ambos compartimos la sensación de que, cada vez más, parece que las bandas, más bien las juntas directivas de las mismas, pretenden tocar el mínimo de horas cobrando el máximo de dinero. Y nos preguntábamos ambos… ¿Un músico se tira ensayando todos los días de la semana durante todo el año para tocar tres, cuatro horitas y embolsarse lo máximo posible? La conclusión a la que llegamos ambos es que no, y creo que esto lo suscribiría el 99% de los músicos cofrades.

Pero hay algo que me molesta especialmente con respecto a las cantidades que demandan las formaciones musicales según la Hermandad que sea. Vaya por delante que cada banda es libre de pedir lo que quiera, y que es evidente que la ley de la oferta y la demanda es la que impera en este terreno. Si antes decía que parece que se pretende tocar el mínimo de horas cobrando el máximo, hay que decir que las reglas del juego cambian si la Cofradía en cuestión es de una capital o una ciudad importante como puede ser Jerez. Y es que lo que me parece totalmente injusto es que las bandas se ofrezcan a tocar a Hermandades de capitales por cantidades irrisorias, nulas o cuanto menos MUY inferiores a lo que piden a Hermandades humildes. Cuando precisamente las Cofradías de capitales son las que más poder adquisitivo tienen y las que, aparentemente, menos problema habrían de tener para pagar cachés altos (y merecidos, por qué no decirlo) a la formación musical de turno. Pero, en cambio, se pone la excusa de que actuar estas ciudades importantes sirve para darse a conocer al panorama cofrade del lugar, algo que me parece muy lógico, y que, por ello, compensa cobrar poco para posteriormente ser contratados por más Hermandades. Pero aquí estoy un poco en desacuerdo con Alfonso García, puesto que yo comparto la responsabilidad de este hecho entre las dos partes: Hermandad y banda. A la Hermandad poderosa de turno le achaco que, teniendo dinero, permita que las bandas se les regalen a cuanto menor precio, mejor. Estaré pecando de inocente, puesto que resultaría sencillo pensar que si una buena banda se te está ofreciendo por muy poco dinero, ¿para qué vas a gastarte más? Pero en este punto conviene apelar a la moralidad de las Cofradías y especialmente al sentido de la responsabilidad. Y es que la otra parte de la “culpa” recae sobre la banda. Si te “regalas” a una Hermandad de capital, es lógico que para cubrir gastos tengas que ingresar dinero desde otra fuente. ¿Adivinan cuál?




En efecto, la otra fuente son las Hermandades humildes. Esas que han de pelear cada euro que la Cofradía genera y cuyos tesoreros han de hacer malabares para poder tener los gastos cubiertos. Y es que el dinero que dejan de ingresar por “darse cartel” en ciudades importantes, lo generan asfixiando, sí, asfixiando, a Hermandades de pueblos o ciudades que se las ven y se las desean para sobrevivir en estos tiempos de crisis. Esto es lo que me parece realmente injusto, y esta es la verdad incómoda que reza el título del artículo. Que una banda pida el cuádruple a una Cofradía humilde que a otra Hermandad que ingresa cinco o seis veces más que esta es algo, y que me perdone quien pueda sentirse ofendido, verdaderamente insultante y que escapa de toda lógica y razón. Y que se desmarque de esto la banda y el músico que quiera, de hecho me consta que hay bandas que piden cantidades lógicas a las Hermandades sin importar si son de capital o de provincia, y muchas veces se quedan sin contrato porque la Cofradía de capital de turno elige a la más barata. Yo la solución la veo tan clara como utópica: que pague más quien tenga más facilidad para ello, y que pague menos quien tenga menor cantidad de ingresos. O, al menos, que se igualen las cantidades. Esto es algo que sería lógico en una atmósfera justa y solidaria entre cofrades, pero lamentablemente vivimos en un mundo en el que el egoísmo y el aprovecharte del de al lado son las leyes que rigen la sociedad, y las Hermandades son, ni más ni menos, un mero reflejo de ello. 
José Barea



















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