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viernes, 17 de octubre de 2014

Artífice del esplendor archicofrade de los años 20


Gracias a la labor de un grupo de cofrades, entre los que se encontraba Manuel Nogueira Jiménez, la Archicofradía del Paso y de la Esperanza terminó convirtiéndose en una de las fraternidades más populares y de mayor renombre del panorama procesionista malagueño y andaluz.

Los comienzos del siglo XX fueron de crisis, como lo habían sido los años finales de la centuria anterior. Esa situación se hizo extensiva a todos los órdenes sociales, incluida la Semana Santa. La Archicofradía del Paso y de la Esperanza, como el resto de hermandades existentes en ese periodo, no escapaba a la cruda realidad. Sus salidas procesionales solían ser irregulares e intermitentes hasta la incorporación de un selecto grupo de cofrades, que terminó convirtiéndola en una de las fraternidades más populares y de mayor renombre del panorama procesionista malagueño y andaluz. Uno de los actores principales de ese importante cambio fue, sin duda alguna, Manuel Nogueira Jiménez.

Nació en Málaga, hacia el año 1876 o 1877. Debió cursar estudios universitarios en Granada o Madrid, dada la profesión que ejerció como administrador de Fincas y procurador. De hecho, se convirtió en el secretario segundo del Colegio de Procuradores y asumió la tesorería de la Cruz Roja. Independientemente de estos desempeños laborales y altruistas, se sentó en la bancada del Salón de Plenos del Ayuntamiento de Málaga en 1922, edificio diseñado por los arquitectos Manuel Rivera Vera y Fernando Guerrero Strachan y construido en el Paseo del Parque por su buen amigo Antonio Baena Gómez, con quien mantuvo una cordial relación. El ejercicio de este servicio público implicaba, entre otras muchas obligaciones, representar al Consistorio en los desfiles de Semana Santa, como el que recogía ‘La Unión Mercantil’: «En la procesión de la Pollinica de 1922, la presidencia se hallaba integrada por el R. P. Ponce, el párroco castrense don Juan Pérez Gallego, don Vicente Perlusa y los concejales don Manuel Nogueira y señor Aranda».

Los datos hallados en los que consta la pertenencia de Manuel Nogueira Jiménez a la junta de gobierno de la Archicofradía del Paso y de la Esperanza datan de 1918. En una relación de directivos facilitada por el periódico ‘El Regional’ salía reflejado como mayordomo segundo de la corporación. El mismo diario informaba que, en la junta de gobierno elegida el 12 de septiembre de 1920, había sido designado mayordomo primero. En las elecciones del 15 de octubre de 1921 volvía a repetir el cargo.

En los estatutos de 1921, en el capítulo II, titulado ‘Dirección y administración’, artículo 6.º se decía que la junta de gobierno de esta hermandad, se compondría de un mayordomo 1º presidente y un mayordomo 2º. Y el artículo 7º mostraba las funciones específicas del mayordomo 1º: «tendrá a su cargo la presidencia y dirección de todos los actos públicos y privados de esta Real Archicofradía». Este reglamento contó con la aprobación de la junta de gobierno el 2 de abril de 1921 y con el refrendo del cabildo general ordinario de 25 de mayo de 1921.

Títulos

Bajo su presidencia, en 1922, se concedió el título de hermano mayor honorario al Rey Alfonso XIII y el de camarera mayor a la Reina Victoria Eugenia. En abril de 1923, Nogueira volvía a ser ratificado como máximo responsable de la archicofradía.

El día 24 de septiembre de 1924 se producía la dimisión de la junta de oficiales presidida por Nogueira Jiménez y, en 1925, era nombrado hermano mayor-presidente Manuel Cárcer Triguero, quien había sido compañero de Nogueira en la Casa Consistorial. Desde entonces, ya no volvería a pertenecer a la junta de gobierno, como se aprecia en las relaciones de directivos de los años 1927, 1928, 1929 y 1930.

Durante la dirección de Manuel Nogueira Jiménez la archicofradía vivió una época esplendorosa, que se extendería a la etapa de Cárcer Triguero. Los montajes de los cultos celebrados en honor de los titulares despertaban el entusiasmo y la admiración de los hermanos y fieles que acudían a contemplarlos a la capilla de la parroquia de Santo Domingo. Las procesiones realizadas con las imágenes del Dulce Nombre de Jesús y la Virgen de la Esperanza fueron objeto de admiración y respeto por parte del público que aguardaba pacientemente en cualquier rincón o calle para verlas transitar. En este período de lucimiento se estrenaron las andas procesionales materializadas por el artista Luis de Vicente, demostrándose el buen gusto y el estilo adoptado por la corporación de raíces dominicas.

Véanse tres ejemplos de cómo la prensa de los años veinte veía a la archicofradía. En la procesión del Jueves Santo de 1922 rezaba: «No hay elogios para esta Hermandad a la que realmente, secundada por la del Sepulcro, se ha debido este resurgir brillante de nuestra Semana Santa, que ya tiene todos los alicientes para ser famosa. Pero este asombro subió anoche a unos límites inconcebibles, cuando la masa enorme de criaturas que llenaban las calles, después de comentar con elogios el desfile solemne, ordenadísimo de la Cofradía simpática, quedaba deslumbrada con la aparición del trono nuevo de la Virgen, un trono soberbio, majestuoso que en el lujo, el arte y la esplendidez se unen para ofrecer el conjunto más bello y artístico de que pueda formarse idea. Al paso de la Virgen, que lo mismo que al Señor lo seguían infinidad de mujeres, hombres y algunos niños que cumplían promesas eran arrojadas desde muchas casas, flores».


De la Semana Santa de 1924 se informaba que: «Desde las cuatro de la tarde por los alrededores de la iglesia de Santo Domingo era imposible dar un paso, ante el considerable número de personas que aguardaban la salida de las imágenes». Esta salida no se produjo hasta las 23.30 horas, consistiendo las principales novedades en el estreno del nuevo trono del Señor, obra realizada, al igual que el de la Dolorosa, por el granadino Luis de Vicente como se ha referido; y el nuevo manto de terciopelo verde bordado en oro, para la «popular imagen de María Santísima de la Esperanza», por las Religiosas Adoratrices.

La crónica de la salida de 1925 se iniciaba así: «Esta procesión verdaderamente típica, porque la devoción del pueblo acrecentó el fervor y cariño de los malagueños hacia la Virgen morena de los Percheles, salió de la parroquia de Santo Domingo, a las once de la noche». Se abundaba en que no había sido posible manifestar «la intensidad de la devoción que, entre los malagueños, gozan las veneradas imágenes de Jesús del Paso y la Esperanza». Según testimonios de hermanos y allegados a la archicofradía, Manuel Nogueira fue un profundo devoto de los titulares, transmitiendo esta veneración a sus hijos y nietos.

Agrupación

Asistió como mayordomo 1º presidente, o lo que es igual hermano mayor, de la Archicofradía del Paso y de la Esperanza a la reunión fundacional de la Agrupación de Cofradías, celebrada el día 21 de enero de 1921 en la desaparecida iglesia parroquial de la Merced. Tras conformarse el primer Comité Ejecutivo de la Agrupación, fue designado tesorero, cargo que ostentaría durante una década. Pero antes de que acudiera a este acto tan representativo para el devenir de la Semana Santa, se convirtió, junto a Rafael Atienza González, Joaquín Narbona Gálvez, Antonio Baena Gómez, entre otros, en uno de los impulsores de la alicaída Real Hermandad de Santa María de la Victoria. En una asamblea realizada el 29 de noviembre de 1920, también en la iglesia de la Merced, se acordó volver a procesionar la imagen de la Patrona y quedó constituida la junta directiva, siendo designado secretario. Esta iniciativa sería, pues, el germen de la futura creación de la Agrupación, que tendría lugar casi dos meses después. En la junta general celebrada en el ente el 15 de septiembre de 1926, la presidencia, con arreglo al reglamento, pidió: «sea creado el cargo de Mayordomo Presidente de la procesión de Cristo Resucitado y que éste pueda ser elegido para ocupar cargo en el Comité con voz y voto, nombrándose a la vez cuatro vocales que le ayudaran en su misión, así como que considerando a dicha procesión como una Cofradía de un Paso, le sean entregados los fondos que le correspondan con arreglo al reparto que se efectúe y de esta manera poder adquirir una Imagen y un Trono que sean dignos de Málaga y la Agrupación». Doce días después, y bajo la dirección de Manuel Cárcer Trigueros, quien ostentaba la vicepresidencia y suplía a Antonio Baena Gómez, se acordó el nombramiento de Manuel Nogueira Jiménez como «Presidente del Resucitado» y de los vocales José Viñas del Pino, Gregorio Cruz Gómez, Joaquín María Díaz Serrano y Pablo Abad Gisbert.

El 1 de junio de 1927, se constituía un nuevo Comité Ejecutivo, manteniéndose al frente de la institución Antonio Baena Gómez, de vicepresidente Manuel Cárcer Trigueros y de tesorero Manuel Nogueira Jiménez. De este modo, la archicofradía alcanzaba una cota de notoriedad en la cúpula agrupacionista, dado que el actual mandatario y el anterior, se convertían en los hombres cercanos y de confianza del Presidente.

Manuel Nogueira volvía a salir elegido tesorero el 10 de mayo de 1929 y, además, continuaba siendo mayordomo-presidente de la Comisión del Cristo Resucitado. En 1931, Nogueira caía enfermo y a propuesta de la presidencia de la Agrupación se acordó que los señores Viñas y Otala se encargasen de las gestiones para la organización de la procesión del Resucitado.

En la primera reunión agrupacionista tras los sucesos de mayo de 1931, la celebrada el 14 de agosto, última a la que asistiera con vida Manuel Nogueira, era nombrado vicepresidente de la Agrupación y reelegido presidente de la Comisión del Resucitado.

El 18 de enero de 1932 el presidente «dió cuenta del fallecimiento del que fue Vice-presidente don Manuel Nogueira Jiménez y le dedicó un recuerdo cariñoso, haciendo patentes las virtudes que adornaban al extinto, y los entusiasmos que siempre demostró por la Semana Santa y sus procesiones. Calificó de pérdida irreparable su muerte y dió cuenta de los acuerdos adoptados por el Comité en su última sesión los cuales fueron cumplimentados. Rogó a todos los que asistan al funeral que en sufragio por el eterno descanso de su alma le dedicará la Agrupación el próximo día veintitrés del actual».

Los últimos estudios vienen a demostrar que el cerebro de la fundación de la Agrupación fue el hermano mayor de ‘El Rico’ Alberto Torres de Navarra, aunque habría que prestar una mayor atención al destacado papel que también jugó en la creación de esta entidad Manuel Nogueira, quien llegó a ser uno de los puntales.

Escrito en Diario Sur




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