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martes, 31 de marzo de 2015

Desde el Gallinero: La medalla de oro


Le dieron la medalla o la insignia o como quieran llamarlo. Fue un Domingo de Ramos de esos que no se olvidan pero yo no olvido ninguno de los que he podido acompañar al Señor de Córdoba. Cuando me vine a vivir a Córdoba fue la primera imagen que vi y ya no necesité más para saber que era a quien le iba a rezar. Luego me enteré que lo que me pasaba a mi era lo mismo que le pasaba a media ciudad y que era la gran devoción de esta tierra. Desde entonces no hay un viernes que no vaya a verlo y a contarle mis cosas, mis problemas y a darle las gracias por las alegrías. Llueva o haga ese calor que hace aquí, yo voy a estar un ratito con Él y se me olvidan las penas. Igual que el Domingo de Ramos camino un ratito a su lado y me doy cuenta de lo majestuoso que va.


Ahora los del ayuntamiento se han dado cuenta de lo importante que es para muchos de nosotros y le han dado la insignia o el pin o lo que sea eso. Y está bien que se lo den, pero a Él ni falta que le hace. Y lo que creo que menos falta le hacía era que se lo dieran en un palco pa´que las cámaras lo saquen bien, que faltaba ver al presidente de los cofrades allí con su objetivo tirando de carrete. Todos bien puestos pa´la foto, el vídeo y lo que surja. Mejor hubiera sido dársela un viernes en su capilla, delante de sus devotos. Se nota menos y sale en menos sitios, pero sería más de verdad el acto y claro tendrían menos repercusión a los que les gusta el postureo. Yo no tengo insignias que darte y pa´colmo cada día me haces más feliz y me siento mejor conmigo mismo. GRACIAS.


Juan Antonio Martínez Aragón


















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