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domingo, 24 de mayo de 2015

El cáliz de Claudio: Justicia poética para el capataz


Uno, que ya hace mucho que dejó de taparse, reconoce sus afinidades, filias y fobias sin mayor remiendo ni remedo de la realidad. Los gustos son los que son y la envidia que desatan pueden llegar a convertirse en compañeros de viaje inseparables. Hasta tal punto que, en su día, llegué a leer críticas a un homenaje ¿Será por qué al crítico no se lo harán a no ser que se vaya y más de uno y de dos lo celebren a copas en un bar?

Este 2015 nos ha dejado varios ejemplos de justicia poética para capataces. Uno de ellos, casi el más evidente, el nombramiento de Luis Miguel Carrión "Curro" como Cofrade Ejemplar. Cuando estás en la cúspide, probablemente, los homenajes no se necesiten o sean un síntoma de que te quieren retirar. Sin embargo, el día que decida apartarse, Curro habrá dejado el poso de un trabajo difícilmente igualable y ninguna distinción hay mayor que ésa.

Pero la justicia poética está dictando sentencia y ha querido regalar su perfume a otros dos veteranos capataces como Javier Romero y Lorenzo de Juan. Este último conducirá a la Virgen de la Fuensanta a la Catedral en la Magna Mariana y, con ello, se reconoce una trayectoria contrastada y dilatada en el tiempo, con lo complejo que supone mantenerse en esta ciudad con más Caínes que Abeles.

Javier, tras su dimisión como titular del martillo de Santiago, fue homenajeado por la Archicofradía de la Verá Cruz el pasado Lunes Santo. Ahora hemos sabido que guiará el andar de la Patrona en septiembre. No es la primera vez que lo hace, pero quizá ahora lo merece más que nunca.

Justicia poética para tres capataces que, por méritos propios, son historia viva del mundo del martillo y el costal de esta ciudad impía que se encomienda a homenajes porque, tal vez, no sepa reconocer de otra manera. Bienvenidos sean.

Blas Jesús Muñoz










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