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domingo, 30 de agosto de 2015

La Feria de los Discretos: Melomanía cofrade


El melómano cofrade es un caso para estudiar. Pueden pasar horas y horas escuchando música cofrade de cualquier estilo y calidad, sin saber luego a ciencia cierta qué es lo que han escuchado. Unos son amantes del vibrante sonido metálico de la corneta, así como del trepidante redoble de las baterías de tambores. Se conocen al dedillo las bandas formadas por estos instrumentos, hoy enmascarados por otros de la familia del metal, que restan pureza al estilo creado por Alberto Escámez. Unos gustan de las composiciones aflamencadas, y otros  se deshacen en elogios para las bandas que dicen afinan y matizan, aunque luego no suenen un 'pimiento' en la calle, para ir presumiendo luego, los muy ignorantes, de conocimientos musicales cuando en la mayoría de los casos no saben la diferencia entre las claves de sol, de fa, o incluso de do, que aunque parezca que no,  también existe.

También están los 'consumidores' de música compuesta para bandas de música de metal, madera y percusión. Estos muchos más refinados se las pueden dar de eruditos en el tema, aún cuando no han pisado un conservatorio en su vida, pero que pontifican en sus respectivas  hermandades sobre el estilo decimonónico, la revolución 'farfaniana', o bien de un involucionismo histórico de composiciones que reposaban en el fondo de los cajones, no se sabe bien porque motivo, pero que se seguro sería por la falta de calidad que hoy se le quiere otorgar. Hacen crucetas musicales para los pasos de palio de sus cofradías, sin tener en cuenta la personalidad y estilo acuñados durante años, a su gusto y siempre con la influencia de los gustos del momento, y lo que es peor, sin tener en cuenta la opinión de los responsables de los directores que sus hermandades contratan. Conozco a uno que va presumiendo de conocimiento, pero que fue capaz de hacer interpretar tras el palio de su cofradía los estentóreos "Campanilleros del Rosario", en lugar de una marcha de don Germán Álvarez Beigbeder por poner un ejemplo.

Por la antigua calle del Lodo también ha llegado la melomanía. Merced a los convenios suscritos, se encontraron que la Orquesta de Córdoba era la protagonista del tradicional concierto de cuaresma. Una oportunidad única de llevar y poner en valor de cara a los cofrades, el rico patrimonio musical sacro. Fácil hubiera sido programar obras clásicas de reconocidos autores como Haendel, Haynd o Pergolesi, pero oh, craso error, se mete la música de la calle en el teatro y se desperdicia una ocasión única para una programación de calidad para la Córdoba cofrade. Los maestros de la música sinfónica son sustituidos por adaptaciones, que por muy buenas que sean, no dejan de ser, eso, adaptaciones y arreglos de obras que fueron concebidas  para ser interpretadas por otro tipo de  formación menor en las procesiones de Semana Santa. No es más que querer aparentar lo que no se es. Córdoba, como siempre no es más que una feria de discretos con deseos de proyección personal.


Quintín García Roelas













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