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viernes, 12 de febrero de 2016

Azahar e Incienso: No solo hay que estar en Semana Santa


En estos tiempos que corren donde el “postureo” está más de moda que nunca y el decir que se pertenece a tal o cual hermandad o cofradía queda muy “cool” dentro de los ambientes cofrades…Siempre nos falla lo mismo…

Metámonos todos y sálvese quien pueda, cuando el que más y el que menos solo acude a la casa hermandad para recoger la papeleta de sitio y poco más. No es extraño encontrarnos con alguien que abandera ser un gran cofrade conocedor de las últimas marchas compuestas y todo un erudito en las novedades y estrenos que las cofradías ofrecerán ese año y te quedas con cara de pasta de boniato cuando le preguntas por un triduo, quinario, septenario o fiesta de regla… Te pone cara de póquer y te dice que eso en su hermandad no lo hacen…o que son solo para la junta de gobierno (créanme que me ha pasado y es totalmente verídico).

Llegados a este punto creo sinceramente que es una verdadera lástima, perdernos los solemnes cultos que se realizan a nuestros titulares, donde se nos ofrece la posibilidad de compartir en intimidad, con recogimiento y en compañía de nuestros hermanos unos momentos únicos lejos del alboroto y el bullicio de la Semana Santa en la calle. Esos instantes en los que puedes mirar a Cristo y a su bendita Madre a los ojos, en cualquiera de sus advocaciones, y sentir que te está escuchando a ti… solo a ti.
Mucha gente desconoce que el momento más importante para una Hermandad es su Fiesta de Regla, donde se oficia la eucaristía y se conmemora la fundación de la Hermandad y nuestro compromiso con la misma. Es por ello que, en todas las hermandades, utilizan ese día para el juramento de las reglas internas de la misma por parte de los hermanos, para renovar ese juramento, para la imposición de medallas a los hermanos una vez bendecidas por el consiliario y sobre todo para el culto en honor a los titulares.

El pasado año he predicado con el ejemplo, después de muchos años y por variados motivos sin poder realizarlo, juré los estatutos de mi hermandad, me impusieron la medalla y asistí, por supuesto, a la Fiesta de Regla y puedo asegurar que fue un gran momento para mi. Me sentí cerca de mis hermanos y bajo la mirada de mis Titulares me sentí plenamente feliz.

Dejémonos de “postureos semanasantiles” y empecemos a sentir plenamente lo que significa pertenecer de verdad a una hermandad, asistamos a sus cultos (entristece ver iglesias y parroquias casi vacías en las fechas de cultos y cuando llega el día de la salida no cabe un alfiler), reconozcamos el trabajo de las priostías que se afanan en montar los altares de culto con esmero y absoluta dedicación a los titulares. Seamos cofrades sí, pero ante todo, seamos cristianos durante todo el año.

Eva María Pavón González


Foto Eva M. Pavón



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