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miércoles, 25 de enero de 2017

De trama simple: Desde el respeto le digo, Señora Ambrosio


Desde el respeto y con las máximas garantías de la libre expresión, le digo a usted, Señora Ambrosio, que no estoy de acuerdo con muchas de las cosas que se hacen en mi ciudad, no lo estoy ahora y tampoco lo estaba antes cuando había otros dirigentes, pues las ideas políticas a nivel municipal son difíciles de plasmar en actos y aun es más difícil contentar a todos los ciudadanos y ciudadanas.

Yo soy cofrade, y me siento cofrade, y ejerzo de cofrade, y no me siento un invasor de calles, un usurpador de la vía pública, o un grupo de presión, como algunos comentan en determinados artículos. Me considero transigente, admito y respeto, veo cosas buenas en otros ideales políticos aunque estos difieran de los míos. Respeto las creencias y las expresiones públicas y civilizadas de cualquier religión aunque no sea la mía. Vivo las costumbres y tradiciones de mi tierra y disfruto de ellas. Tradiciones que además de pertenecer al patrimonio cultural y a la idiosincrasia del lugar nos engrandecen, o al menos esa es mi opinión. No me suelo alarmar ni escandalizar por determinados comentarios, aunque algunos me pueden afectar más que otros. 

Como cualquiera, tengo opiniones distintas sobre muchas cosas, porque la diversidad es la salsa de la vida. Entiendo y soy muy consciente de que mis gustos y mi forma de entender la fe no tienen por qué ser dogma para nadie. Me gusta aprender, escuchar, ver con naturalidad las cosas, acepto las críticas e intento no hacer uso de la información para hacerle mal a nadie. Vivo y dejo vivir, me gusta la convivencia, la fraternidad, me encanta mi tierra, sus fiestas y sus costumbres. 

Por todo esto, no entiendo esas corrientes de continuo ataque y enfrentamiento hacia aquello que para algunos es la religión, principal y únicamente la cristiana claro. No entiendo porque se ataca últimamente a todo lo que huele a incienso, no entendiendo la confrontación continua a la que se está llegando, por diferentes estamentos. Considero que la libertad de expresión termina cuando los sentimientos de alguien puedan resultar heridos, más cuando es un gran colectivo el que está implicado, o cuando se usan fondos de todos los ciudadanos para auspiciar comentarios que van en contra de otro grupo de ciudadanos. 

Dejen en paz a la Semana Santa, dejen en paz el carnaval, el fútbol, la feria, las Cruces, las fiestas. Dejen en paz el sentimiento de las gentes, no enfrenten más a una sociedad que tan sólo necesita vivir en paz y armonía, que tan sólo quiere trabajar y disfrutar de esta maravillosa tierra en la que vivimos.


Manuel Orozco





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