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lunes, 18 de febrero de 2013

El beso de Judas

Todavía estaba hablando, cuando llegó una multitud encabezada por el que se llamaba Judas, uno de los Doce. Este se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo: "Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?”. Mateo 26, 47-49.

No hay dolor más grande que el desprecio de los tuyos, el rechazo de tu entorno, de tu gente y tus amigos. El olvido es consustancial a la condición humana e inexorablemente, el tiempo empuja al silencio y a la desmemoria, pero el daño de sentirte traicionado por quien vivió tantas cosas a tu lado es infinito... hiere los corazones más poderosos con la daga del lamento, del odio y de la vergüenza. 

Él bebió de tu copa, comió de tu mano y respiró el mismo aire que acarició tu Majestad. Y sin embargó besó tu mejilla para delatarte y que fueras entregado a esa jauría asesina que quiere tu muerte, que late venganza. Entregado por el que te acompañó en la senda de los días. Qué inmenso dolor ser rechazado y traicionado por quien prostituyó la amistad... repudiado por esta humanidad ingrata que no ve más allá de la avaricia y la soberbia cotidiana. Y mientras Tú, en tu eterna grandeza, ofreciéndote como un cordero al sacrificio por devolvernos la luz y la libertad…

Creía que eras mi amigo
y mi amistad has vendido

Y me entregas al desprecio
con un beso de silencio
por un puñado de monedas
siento que el alma me quema
por mi discípulo preso

Será miedo o avaricia
lo que aviva la malicia
de señalar al Nazareno
sabiendo el enorme precio
que conlleva la codicia

Y Judas se acercó
y sin mediar voz alguna
la mejilla le besó...
la tragedia se consuma
condenando al Redentor.


Guillermo Rodríguez



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