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domingo, 14 de abril de 2013

La gente tiene que saber que en Las Palmeras hay mucha gente buena

Asegura que se siente muy orgullosa de que su cofradía haya llegado a la carrera oficial con toda humildad y afirma que el 90% de las familias que vive en la barriada está en paro

Tiene 33 años, dos hijas, lleva seis años en el paro -tras estar empleada en el sector de la lavandería industrial- y su máxima aspiración y sueño por alcanzar ahora es poder trabajar como peluquera, que es la formación académica que tiene, aunque reconoce que tiene poca práctica porque la hizo en una tienda y no en una academia. En los últimos cuatro años, Pilar Torrecillas ha sido la responsable de la hermandad de La Piedad, ubicada en el barrio de Las Palmeras; la primera mujer elegida para el puesto en los 41 años de historia que tiene la cofradía. Ahora, ha dejado el cargo de hermana mayor porque, asegura, se trata de un trabajo de enorme responsabilidad y quiere pasar más tiempo con sus dos hijas. Su marido, Raúl Torres, ha tomado el relevo al frente de la cofradía -ha ganado las elecciones con mayoría absoluta- y reconoce, eso sí, que ella estará en la sombra y que prestará su ayuda a la hermandad en todo lo que sea necesario.


-¿Por qué decidió no presentar a la reelección como hermana mayor de La Piedad?

-Tengo dos hijas y me he dado cuenta de que esto es mucho jaleo y no es compatible. Había días que nos la veía y se quedaban en casa de mis padres. El cargo de hermana mayor no es compatible para nada. Yo quiero que mis dos hijas sigan en la hermandad y que alguna de ellas sea también hermana mayor y sigan nuestros pasos.

-¿Ha sido muy duro tomar esta decisión?

-La verdad es que sí porque estaba muy implicada en la hermandad y me gusta mucho. Además, sigo en la junta de gobierno y soy albacea de la cofradía. Llevaba meditándolo desde el año pasado. He aguantado por la junta de gobierno, que siempre me ha apoyado.

-¿Qué balance hace de estos cuatro años como hermana mayor de La Piedad?

-Muy bueno. Lo que más me ha pesado ha sido la decisión de llegar a la carrera oficial el año pasado porque la gente no se lo creía, ni tampoco vernos llegar al Centro.

-Usted pasará a la historia cofrade por ser una de las personas que llevó La Piedad a la carrera oficial. ¿Por qué se tomó esa decisión?

-La verdad es que nos costó mucho, pero los costaleros querían ir a la carrera oficial y la hermandad tiene ya más de 40 años; aquí hay costaleros que empezaron con 14 años y siguen. Se hizo, sobre todo, por la ilusión que tenían los costaleros. Ellos son los que se lo trabajan realmente. Hubo dos juntas y se decidió que se darían los pasos necesarios para llegar a carrera oficial. Hemos tenido mucha ayuda para llegar, la verdad.

-¿Cuál fue la postura de la Agrupación de Cofradías y Hermandades?, ¿puso algún impedimento?

-Ninguno, la agrupación no puso ningún problema.

-¿Hubo alguien que se opusiera a la decisión o que pensara que era una locura dado lo extenso del recorrido?

-Yo creo que nosotros mismos nos lo dijimos porque son 12 horas de recorrido, pero por ejemplo la hermandad de El Naranjo hacía antes 11 horas. Y si unos pueden, otros también.

-¿Qué le llevó a formar parte de la hermandad?

-Siempre lo he vivido en mi casa, desde pequeña y con mis padres. En una hermandad hay muy buena gente y las amistades que se hacen acaban siendo una familia. La Piedad es una cofradía que hermana y forma una familia. Nuestra vida es esto. La gente que hay es muy competente y se lo estamos inculcando a nuestros hijos para que sigan. Por ejemplo, el 80% de la actual junta era de la anterior. Pero también ha llegado gente nueva que no es del barrio y eso es bueno. Por ejemplo, hay una mujer que ha venido de la zona de El Cerro, es una costalera y está muy implicada. Ella sintió lo que vivimos nosotros. Eso sí, necesitamos que la gente se implique más en el día a día porque si no es Semana Santa no viene. Sólo empiezan a acercarse cuando huele a incienso; pero es pasa en todas las hermandades.

-¿Qué supone la llegada de la Semana Santa para una hermandad como ésta?

-Pues supone muchos nervios y mucha alegría porque lucimos nuestras imágenes por Córdoba. Yo vivo la Semana Santa con mucha fe, pero no tienes tiempo para nada desde que nos ponemos con los arreglos, luego sales y luego empiezas a limpiar.

-Dice el obispo, Demetrio Fernández, que la Semana Santa siempre ha sido un espectáculo. ¿Cree usted lo mismo?

-Para algunas personas sí que es un espectáculo, pero yo no lo vivo así. Y creo que hay que vivir la Semana Santa desde la fe y desde el respeto. Pero no se trata de un espectáculo porque lo que quieres es que Córdoba vea las imágenes pasearse. Nosotros somos Córdoba y no tenemos que parecernos a Sevilla porque tenemos nuestra propia Semana Santa y, ese es nuestro sello.

-La lluvia ha jugado malas pasadas a la cofradía desde que anunció hace tres años que iría a carrera oficial.

-Sí y tenemos malos recuerdos porque la gente se pensaba que la habíamos engañado. Pero el año pasado que fue el primero que llegamos y la sensación que tuve no se puede explicar, sobre todo, al ver la gente que nos aplaudía; no me lo esperaba por ser del barrio que somos. Las Palmeras, aquí en Córdoba, está mal vista y la gente no esperaba vernos con la seriedad que íbamos. Pasar por la carrera oficial me llenó de orgullo ser del barrio en el que vivo al ver la reacción de la gente.

-¿Por qué cree que el barrio de Las Palmeras tiene esa imagen en la ciudad?

-Las cosas que se hacen en Las Palmeras no se tapan. Aquí hay robos, hay muchas cosas que en otros sitios se hacen a escondidas, pero aquí no se tapan. Pero eso son sólo días y cosas puntuales que a mi no me van a hacer que yo emigre de mi barrio.

-¿Tan difícil resulta vivir en Las Palmeras?

-Aquí hay gente mala, no sé como explicarlo. Por ejemplo, nosotros vamos a pedir trabajo y diciendo que eres de Las Palmeras, te cierran las puertas.

-¿Cree que esa tendencia se puede cambiar?

-La gente tiene que saber que aquí también hay gente buena como en todos los sitios, pero también que en Las Palmeras lo malo no se esconde.

-Y el Ayuntamiento, ¿cómo se comporta con el barrio?, ¿son suficientes las actuaciones que realiza en Las Palmeras?

-Ahora, por ejemplo, los de Sadeco están haciendo una batida de limpieza en el barrio. Pero tenemos que luchar mucho para que la gente venga y nos hagan cosas. Aquí lo que hace falta es que vengan a arreglar los pisos y los parques porque todo está destrozado. En parte es culpa nuestra, pero también de ellos porque no se preocupan de nosotros ni de nada. El 90% de los vecinos de Las Palmeras está en el paro; yo por ejemplo llevo seis años buscando trabajo y mi marido tampoco tiene empleo.

-¿Y cómo es el día a día aquí?

-Pues mira, en mi casa estamos los dos en paro y tenemos dos niñas. Yo no puedo pagar ni la luz, ni el agua, ni el piso porque no recibimos ninguna ayuda. Yo sobrevivo por la ayuda que me dan mis padres, que me dan de comer, pero más no lo puede estirar más.

-Supongo que ante esta situación, desde la parroquia de Las Palmeras, la del Padre San Antonio María Claret, ¿se prestará algún tipo de ayuda o los vecinos recibirán alguna prestación de carácter social, no?

-Pues sí, la parroquia hace dos repartos a la semana con Cáritas y atiende a más de 200 familias, pero eso sólo lo hace la parroquia. Si no fuera por la Iglesia, Las Palmeras estaría peor, por supuesto. La parroquia, cada mes o mes y medio, te da una bolsa de comida, con pasta, galletas, leche o arroz, y te saca del apuro. Luego paga recibos del agua al año, pero es que hay muchas familias que están en la misma situación. Me gustaría que hubiera trabajo para todos.

-¿Qué le pediría al alcalde, José Antonio Nieto, para que llevara a cabo en Las Palmeras y mejorase la situación?

-Pues al alcalde le pediría que eche más cuentas al barrio porque Las Palmeras también es de Córdoba.

-¿Cree que esta situación es un lastre para el barrio?

-Para las personas del barrio puede que sí, pero no para la hermandad después de llegar el año pasado a la carrera oficial. La sensación que recibimos de la gente de fuera del barrio fue muy buena; nos sentimos muy arropados. Por ejemplo, el año pasado viniendo por la plaza de toros había una mujer llorando cuando llegamos a la altura de Costa Sol y me emocionó mucho al verla porque lloraba mucho. A mi eso me llena de orgullo y de que la gente nos esté esperando así después de tantos años y también que podamos ir con la cara levantada.

-¿Qué opinión le merece el plan del Ayuntamiento en modificar el diseño de la carrera oficial y trasladarla hasta el entorno de la Catedral?

-Yo he estado hablando con algunos miembros de la hermandad y a ellos les gusta, pero pienso que el recorrido será más largo para nosotros. Por mi parte, diría que siguiera en Las Tendillas, mirando por los costaleros, que son los que llevan los pasos. Lo que conozco, de toda la vida, es la carrera oficial por Las Tendillas, por eso no puedo explicar otra cosa, aunque creo que si pasa por la Catedral será beneficioso para todos.

-¿Se pueden comparar las hermandades entre ellas o no?

-Para nada. Nosotros, por ejemplo, somos muy humildes y llevamos lo que tenemos. Nosotros queremos salir como somos: humildes. Este año, por ejemplo, la Virgen no iba con su saya de salida, sino vestida de hebrea porque somos así, no tenemos que ir aparentando más de lo que podemos. La Semana Santa es igual para todos, da igual la forma en la que vaya cada una. A nosotros, por ejemplo, nos ayudan todos los años la hermandad de El Naranjo, que nos presta los ciriales y los faroles, que no tenemos, y la cofradía de la Expiración, que este año nos ha dejado la diadema de la Virgen.

Escrito por Lourdes Chaparro para El Día de Córdoba


Fuente fotográfica

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