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jueves, 20 de marzo de 2014

La verdadera historia de la rosa de Santa Marta


Sevilla es una ciudad proclive a las leyendas urbanas. Y en el mundo cofradiero mucho más. Historias sobre hechos que marcan un momento en la vida de las hermandades hay cientos por no escribir miles. Algunas con más verosimilitud que otras. Pero todas sirven para engrandecer los siglos y siglos de nuestra Semana Santa.

Una de ellas es la de la rosa que cada Lunes Santo va debajo de la mano del Santísimo Cristo de la Caridad, titular de la Hermandad de Santa Marta. “La última gota de sangre del Señor hizo que brotase”. Esa rosa tiene una historia extraordinaria en torno al periodista vasco Iñaki Gabilondo que, como es normal, ha ido contándose desde hace cuarenta años y, lógicamente, si no desvirtuándose sí añadiéndosele aspectos.

La rosa de Santa Marta no siempre estuvo ahí. De hecho, la historia comienza alrededor de principios de los años 70 del siglo pasado, sobre 1973-1974 aproximadamente. Entonces era hermano mayor de la corporación del Lunes Santo el recordado Manuel Otero Luna. Y prioste primero el prestigioso abogado José Joaquín Gómez, que posteriormente, en la década de los 90 llegó a hermano mayor.


La leyenda urbana cuenta que fue Iñaki Gabilondo, entonces director de Radio Sevilla, quien pidió que se pusiese aquella rosa debajo de las manos del Cristo ante la enfermedad de su esposa. Pero, ¿fue así realmente?

José Joaquín Gómez recuerda el momento. “A la hermandad llegaban decenas de ramos de flores de los que guardábamos las tarjetas para luego responder agradeciendo aquel detalle. De hermandades y de instituciones. Esas flores, posteriormente, se utilizaban para el Monumento el Jueves Santo”.

Aquel año –no se sabe el Lunes Santo exacto aunque, como escribimos, fue a principios de los 70- Radio Sevilla enviaba una rosa a cada una de las hermandades de la Semana Santa hispalense. “Recuerdo –argumenta José Joaquín Gómez- que entre los ramos había una caja con una rosa. En la tarjeta ponía: Iñaki Gabilondo, Radio Sevilla”.

“Su esposa estaba muy malita”

Se encontraban dando los últimos retoques al impresionante paso de misterio del traslado al sepulcro el propio José Joaquín Gómez y el prioste segundo, Paco Cabello. “Llegó Manuel Otero Luna y, al referírsele la rosa, se acordó que la esposa de Gabilondo estaba muy malita. Y pensó que la mejor manera de agradecerla aquel detalle era ubicarla lo más cerca posible del Cristo”.

“Paco Cabello –continúa José Joaquín Gómez- estaba encima del paso y de él fue la idea de colocarla debajo de la mano del Cristo de la Caridad. La clavó y nos pareció que quedaba perfecta ahí”.

Pero en ese momento no se le puso nombre a esta historia, porque no sería hasta años después, cuando Antonio Burgos escribiese aquel recuadro sobre la rosa un Lunes Santo cuando se supo. “A partir de entonces, Iñaki Gabilondo, tremendamente agradecido por aquel gesto de la Hermandad, mandaba una rosa, o un ramo, cada Lunes Santo, de tal manera que siempre se le ponía una rosa debajo de la mano del Señor”, algo que se sigue manteniendo hasta nuestros días.

Aquella historia sirvió para que el que fuera director de Radio Sevilla mantuviese una relación extraordinaria con la corporación radicada en la parroquia de San Andrés, aunque no se hiciese hermano. Sin embargo, visita la hermandad cada vez que acude a Sevilla. Y por mediación del recordado Engelberto Salazar, otro de los grandes hermanos mayores de Santa Marta, fue el encargado de pronunciar la Meditación ante el Cristo de la Caridad.

“Una meditación –refiere José Joaquín Gómez- que supuso un antes y un después y que terminó rezando el Padre Nuestro en euskera, tal y como se lo enseñó su madre de pequeño”.

La rosa de Santa Marta volverá a estar bajo la mano del Santísimo Cristo de la Caridad el próximo Lunes Santo. Y en el recuerdo, una historia que merece la pena que siga viva en la memoria de los hermanos de esta corporación y en la de una Sevilla cofradiera que agiganta las leyendas urbanas. Y añádanle algo más: cada año, la Hermandad envía esta rosa, una vez que concluye la estación de penitencia, a algún hermano que se encuentre enfermo”.













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