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domingo, 31 de agosto de 2014

Candelabro de cola: Antología del despropósito (Acontecimientos cofrades de difícil justificación) (II)


        Lo prometido es deuda. Y como la antología del despropósito de la semana pasada tuvo buena acogida por parte de los seguidores de Gente de Paz hoy traemos la segunda entrega. Así pues hoy subrayamos que NO ES NORMAL QUE:


El hermano mayor de la Cofradía Universitaria -última en incorporarse a la nómina de las que hacen carrera oficial- justificara en una entrevista en el programa radiofónico de doña Pilar Sanabria que el reducido número de nazarenos (¿se les puede llamar así?) de su Cofradía en el presente año se debía, en parte, al retraso en lograr alcanzar un acuerdo con las Hermandades del Martes Santo para procesionar en dicha jornada. Y por si fuera poco añadió que igualmente había que tener en cuenta que su Vice-Hermano Mayor había estado de baja durante la Cuaresma y que eso también influiría en las pocas personas con que la Hermandad iba a contar para hacer estación de penitencia. Por supuesto imaginamos que el hecho de no superar la veintena de penitentes durante todos los años en que la Hermandad salió el Jueves de Pasión no sirve en absoluto para explicar que el número de integrantes del cortejo en el presente viniera a ser aproximadamente el mismo que los pasados.

No haya nadie que ponga pie en pared para cortar con las incorporaciones de algunas imágenes de muy dudosa calidad que pueden contemplarse en nuestra Semana Santa. Y no hablamos solo de figuras secundarias. Hay Titulares que hace años que debían haber sido sustituidos antes de que sus Hermandades empezaran a hacer carrera oficial. Ahora, claro, a ver quién es el valiente que le pone el cascabel al gato.

La insignia más valiosa que algunas Cofradías presenten en sus cortejos sea el dichoso cojín con la corona de espinas. ¿Para cuándo una comisión artística conformada por personas que sean capaces de cambiar esto? Habrá, no obstante, quien no le de importancia a detalles “nimios” como estos. Y del mismo modo habrá quien considere que las Juntas de Gobierno son soberanas para poner en la calle lo que deseen sin ser supervisadas ni tuteladas por nadie. Pero claro, se empieza por no dar importancia al cojín, se pasa la mano a cruces de guía sin ningún mérito artístico que no sirven ni para anunciar el inicio del cortejo de la Cofradía (porque no llegan a medir ni un metro y no se ven a distancia) y al final acabamos con los pasos de marquetería con rieles a la vista y… ya saben.

Un antiguo Presidente de la Agrupación de Cofradías aparezca en un canal de televisión autonómico hecho un auténtico energúmeno criticando a la actual Junta de la Agrupación porque la altura del palco de la carrera oficial situado frente a su negocio impidiera la visión de las Cofradías desde el interior del mismo. Independientemente de que esta persona en cuestión lleve o no razón –que puede ser discutible considerando que las alturas de los palcos no era homogénea lo que es seguro es que esa no parece una actitud nada responsable por parte de alguien que en su día presidió la Agrupación.

La información que aportan los itinerarios de la Agrupación contengan año tras año tantas imprecisiones sobre la historia de la Cofradías, las restauraciones de los Titulares, etc. ¿No hay nadie que se preocupe de hacer bien esta tarea en la Agrupación? ¿Y en las Cofradías tampoco hay quien se moleste en remitir corregida la información correcta y actualizada a la propia Agrupación?

Vírgenes Coronadas a las que se les presume una devoción popular inmensa salgan a la calle en rosario vespertino y no solo no haya público congregado en su transitar por las calles, sino que el número de agentes de policía cortando el tráfico sea mayor que los miembros de la Hermandad que la acompañan. No es exageración. Se pudo ver hace menos de un año, cuando la Hermandad en cuestión llevó a sus Sagrados Titulares a Santa Marina.

Entre la relación de estrenos de una Cofradía bastante potente de la ciudad constaran –es verdad que hace ya bastantes años unos llaveros con el escudo de la propia corporación los cuales habían sido repartidos entre sus costaleros. La cuestión de fondo muy grave más allá de lo irrisorio de la anécdota en sí, tratada de hecho por el redactor-jefe de Gente de Paz esta misma semana, nos lleva ineludiblemente a plantearnos: Dios mío, ¿en manos de quiénes están nuestras Hermandades?


Marcos Fernán Caballero













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