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miércoles, 27 de agosto de 2014

El Cirineo: Cuando lo extraordinario se convierte en ordinario


Dicen que el español es uno de los idiomas más ricos del mundo, entre muchas otras razones por la gran cantidad de palabras polisémicas que posee. Para aquellos que lo desconozcan (si es que hay alguien), una palabra polisémica es aquella que admite diversos significados. El adjetivo ordinario es una de ellas. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el concepto de ordinario con hasta once significados distintos. De todos ellos, dos han llamado poderosamente mi atención, en concreto la primera acepción, “Común, regular y que sucede habitualmente”, y la tercera, “Bajo, basto, vulgar y de poca estimación”.

Los últimos tiempos cofrades en Córdoba se han visto trufados de la aparición y utilización de otro adjetivo, íntimamente relacionado con el anterior pero cuyo significado, presuntamente, es completamente opuesto. Se trata del concepto de extraordinario/a, unido al sustantivo salida. Así, en las últimas semanas hemos conocido que hasta tres importantes hermandades de nuestra capital han previsto realizar una salida extraordinaria para el próximo año cofrade (de octubre a octubre), a saber y por orden de aparición (como en las películas setenteras) la Paz, la Esperanza y el Caído. A ellas hay que sumar la anunciada hace meses de la Virgen de la Salud, de la Hermandad de la Agonía, y la ya conocida por todos Magna Mariana cuyos ideólogos provienen del palacio episcopal, del propio Monseñor o de su entorno más cercano, meridionalmente hablando. Curiosamente el meritado diccionario de la R.A.E. incluye como sexta acepción del adjetivo ordinario, “Se dice del obispo diocesano”. De manera que “un ordinario” ha ideado una extraordinaria en forma de Magna Mariana para el curso cofrade que está a punto de comenzar. ¡Qué cosas!.

En fin, la cuestión es que cinco extraordinarias en un año implican que si las repartiéramos equitativamente desde la primera hasta la última tendríamos una cada setenta y tantos días. Llámenme loco pero hacer algo cada dos meses y medio se me antoja cualquier cosa menos extraordinario. Dejando aparte que cada hermandad es soberana, (he dicho hermandad, no junta de gobierno. Algunas de estas juntas se han pasado por el arco del triunfo consultar y solicitar la aprobación de estas salidas de sus cabildos de hermanos, el que debería ser siempre el auténtico órgano máximo de decisión en nuestras hermandades (aunque no lo exijan las reglas), no lo olviden), mi opinión es clara y la he manifestado, desde el respeto, en multitud de ocasiones. Ninguna de las motivaciones alegadas por las cuatro hermandades que pondrán a su Titular o Titulares en la calle en el mencionado curso, me perece suficiente como para una salida extraordinaria. Ni cumplir veinte, ni setenta y cinco ni doscientos cincuenta creo que sea motivo suficiente para montar una procesión. Todo esto se puede celebrar (si es que convenimos que es motivo de celebración) con unos cultos extraordinarios, con alguna exposición o un ciclo de conferencias. ¿Por qué tenemos que sacar pasos a la calle a las primeras de cambio?. Sí, ya se la respuesta, porque nos gusta más un lío que “comer con los dedos”. Ese es el problema, que seguimos pensando que las decisiones en cofradías se toman a golpe de capricho. Y sacar al Señor o a su Bendita Madre es algo muy serio. Una simpática cuenta de twitter, a mi entender con gracia, decía el otro día algo así como “Mudanzas Paz y Esperanza. Qué nos gusta mover muebles…”. Entendiendo que no existe ánimo alguno de ofender por su parte, a esto nos exponemos con montar una extraordinaria “antes de que tengamos tiempo de publicar las fotos de la anterior”. Y si esto lo dicen los propios capillitas, ¿qué dirán los múltiples detractores (en creciente progresión geométrica) que nuestro universo tiene? Por cierto, un consejo a aquellas hermandades que no han consultado a sus hermanos. Háganlo, están a tiempo. Lo contrario hace que sea imposible que desparezcan las maneras dictatoriales de dirigir, que están inevitablemente ligadas a algunas (demasiadas) de nuestras corporaciones por culpa de los que tristemente las han dirigido en los últimos años. Si total, les van a decir que sí. ¿O es que alguien cree realmente que si en Córdoba alguien propone salir a dar un paseo bajo el azul, algún cabildo lo va a negar?. Negarse a participar en un sarao sucede en Triana cuando pretenden llevarse al Stmo. Cristo de la Tres Caídas a la JMJ de Madrid, o al final de la calle Castilla cuando intentaron hacer lo propio con el Cachorro… o en San Lorenzo con el Gran Poder, aunque esto nunca llegase a trascender públicamente… pero ¿aquí?. En Córdoba, la única que dijo NO, con toda la razón del mundo ante la escasa o nula información disponible para tomar una decisión coherente al respecto, fue la Hermandad de los Dolores con la Magna de Córdoba del año pasado… y ya sabemos cómo les atizaron desde foros, redes sociales e internamente… aunque eso sí, tampoco consultaron a “sus bases”… si no, puede que otro gallo hubiese cantado.

Y luego está el obispado autorizándolo todo. De acuerdo que por fín le hayan visto la punta al movimiento cofrade y se hayan dado cuenta, con muchísimo retraso, que las hermandades son una fuente de captación de devotos y un elemento incuestionable de propagación de fe popular, de eso nos congratulamos todos los cofrades (supongo), pero imagino que saben que cuando se les propone una salida extraordinaria también existe la posibilidad de denegarla si los motivos no están suficientemente justificados. Vamos que “¿podemos sacar a la Virgen a la calle?” no es necesariamente una pregunta retórica… hay que tener motivos de peso para hacerlo. Es difícil denegar salidas extraordinarias por cumplir 75 cuando se autorizaron al cumplir 70, es cierto, pero en algún momento habrá que poner pie en pared, digo yo… 

La cuestión es que cuando pretendemos realizar algo extraordinario con semejante frecuencia, lo convertimos exactamente en lo contrario, en algo ordinario. Al menos en la primera de sus acepciones. Y gracias, porque vistos los excesos de los últimos tiempos, horas imposibles e innecesarias de regreso en el Vía Crucis Magno, por incompetencia de los organizadores y nula capacidad de reacción de algunos dirigentes o la velocidad de desarrollo de salidas extraordinarias de otras Dolorosas mutadas en cuasi Glorias de los últimos años (no he visto jamás en mi vida andar un palio más lento que la Esperanza de Triana en la plaza de San Francisco, la Estrella en la calle Pureza o la Macarena por cualquier punto del recorrido de su maratón) la tercera de las acepciones del adjetivo ordinario está al alcance de la mano. Y en este sentido dos pequeños apuntes: no se fuma cuando forma parte de una presidencia, aunque sea en una salida extraordinaria y los guantes forman parte (en su caso) del hábito nazareno, no se llevan con traje de chaqueta oscuro, a ver si al menos, alguien toma nota de esto.

Ya hemos sido capaces de convertir lo extraordinario en Común, regular y que sucede habitualmente. Cuidemos al menos que no llegue a ser Bajo, basto, vulgar y de poca estimación. Aún estamos a tiempo de evitar lo segundo…


Guillermo Rodríguez







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