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viernes, 22 de agosto de 2014

López Bravo no se presentará, finalmente, a las elecciones de la Hermandad de Montserrat


Por problemas a la hora de configurar su Junta de Gobierno, el actual Secretario del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla, ha decidido no presentar su candidatura en las elecciones de la Hermandad de Montserrat.

Recordamos que él encabezaba una candidatura de consenso, que agrupaba las dos corrientes de opinión que existen dentro de la Cofradía, sin embargo, y tras valorar ofrecimientos y posturas para la que iba a ser la futura Junta, Carlos López Bravo, ha decidido no presentarse a los comicios de la corporación del Viernes Santo.

Raquel Medina

La devoción y culto a la Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de Montserrat, traído a la ciudad por los catalanes instalados en Sevilla para el comercio con América, está en el origen de esta Hermandad. Así se pronuncia Santiago Montoto, datándola a fines del siglo XV como Hermandad de gloria o de luz. El historiador González de León data sus orígenes a principios del XVI. Bermejo y Carballo considera su nacimiento a finales del citado siglo.

En 1650 la Comunidad del Real Convento de San Pablo otorgó a la Hermandad escritura de cesión de un solar en el compás del referido convento para edificar la nueva Capilla, que se concluyó en el año 1656. La Cofradía adquirió auge a mediados del siglo XVII, al trasladarse a San Pablo. Comenzaron a ingresaron en ella los mercaderes de lienzos, sosteniendo el culto y gastos de la Hermandad. El historiador Bermejo señala que "la procesión del Viernes Santo, con los intervalos propios de los tiempos y de las circunstancias salió hasta el año de 1761".

Paradójicamente fue el propio gremio de mercaderes de lienzo el que provoca la decadencia de la Cofradía. A partir de 1761 el gremio se subroga en la propiedad de la Capilla, las imágenes y enseres de la Cofradía, manteniendo sólo los cultos internos. El historiador González de León, en su "Historia Crítica y descriptiva" menciona la venta del "magnífico paso del Señor construido por Montañés" a la Hermandad del Valle, en 1804, así como la enajenación de varas y las insignias.

En la Semana Santa de 1849, varios jóvenes devotos, considerando que la Hermandad no estaba canónicamente extinguida, se propusieron su reestablecimiento. Según testimonia Bermejo, el Capellán D.Luis Salvatella recurrió al Prelado, pidiendo su autorización para la recepción de hermanos; y una vez obtenida se recibieron de hermanos el dia 13 de mayo del mismo año, celebrándose seguidamente "elecciones de oficios", quedando reorganizada la corporación. El gran obstáculo a la reorganización, providencialmente salvado, fue la oposición del gremio de mercaderes de lienzos, que pleiteó con la Hermandad por la propiedad de la Capilla y las Imágenes, ante la Jurisdicción Civil. El pleito fue ganado por la Hermandad en 1850, el mismo año en que se aprueban las nuevas Reglas concretamente el 22 de marzo.
      
Los hermanos reorganizadores supieron sin duda situar en el lugar adecuado a la renacida Hermandad en un brevísimo intervalo de tiempo, valiéndose para ello del apoyo de la burguesía local que arropaba a la pequeña Corte de los Montpensier. Ese patrocinio fue fundamental: el día 7 de marzo de 1851, y en el Palacio de San Telmo, fueron nombrados Hermanos Mayores Perpetuos los Serenísimos Señores D.Antonio María de Orleáns y Doña Luisa Fernanda de Borbón, Duques de Montpensier. Asímismo el Arzobispo de Sevilla, Cardenal Judas Tadeo Romo acepta su nombramiento como protector de la Cofradía. Con posterioridad, el 4 de diciembre de 1853, en el Palacio de San Telmo, fue nombrada S.M. la Reina María Amelia, madre del Duque de Montpensier, Protectora de la Cofradía y Camarera de la Santísima Virgen.

En la tarde del Viernes Santo de 1851 volvió a efectuar Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral , con 150 hermanos, cifra muy elevada para la época, alcanzando gran esplendor. Los Duques de Montpensier se incorporaron a la comitiva en la Plaza de San Francisco. Los nazarenos vistieron túnicas blancas de cola y antifaz azul de merino. Estrenó ambos pasos.

Los años que siguen a la reorganización (1850-1868) se caracterizan por la fuerte vitalidad de la Hermandad, que consolida un notable patrimonio y acuña su propia imagen romántica que todavía hoy perdura.





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