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domingo, 23 de noviembre de 2014

El Rincón de la Memoria: La duquesa de Alba, entre la Salud y las Angustias... de Los Gitanos



Reproducimos a continuación el magnífico artículo escrito por Javier Macías en Pasión en Sevilla sobre la Duquesa de Alba, sin lugar a dudas, una figura imprescindible de la Sevilla del último siglo.


Amante del flamenco y los toros, tampoco faltaba nunca a la cita con la Semana Santa de Sevilla. Sus devociones estaban entre el Señor de la Salud y la Virgen de las Angustias, de quien era camarera honoraria. Los Gitanos le debe a Doña Cayetana de Alba la casa donde reside. Una hermandad errante, como la raza de la que toma nombre, que por fin vio cumplido su sueño de tener un templo en propiedad 250 años después de su fundación.

La duquesa lo era todo en la corporación. Fue su mayor benefactora. Aparte de reconstruir el antiguo convento del Valle, actual santuario donde reciben culto los titulares, regaló a la Virgen de las Angustias un manto de salida profusamente bordado en los talleres de Fernández y Enríquez, que luce algunos años en la Madrugada, y que lleva el escudo de la Casa de Alba. Por otro lado, sufragó el pasado a nuevo terciopelo del manto azul pavo de la Virgen.

También, regaló los candelabros de cola y unos imponentes respiraderos repujados en plata para el paso de palio y financió el columbario de la iglesia, donde reposan los restos de los hermanos fallecidos.

Era tanta la vinculación de Cayetana Fitz-James Stuart con Los Gitanos, que fue distinguida con la «Medalla de Oro» de la corporación, recibiendo además un homenaje en el año 2007. No sólo fue benefactora de la hermandad, sino que su fidelidad le llevó a tomar partido en las decisiones, ocupando el cargo de consiliaria primera en la junta de gobierno.


Visita a Dueñas

El agradecimiento eterno de la hermandad a Doña Cayetana se materializa en la visita que la cofradía hace cada año a su casa, la Casa de las Dueñas. Ya sea durante la Madrugada o en la mañana del Viernes Santo, ya de regreso, los pasos del Señor de la Salud y de la Virgen de las Angustias se vuelven hasta la maravillosa Casa donde nacieron los hermanos Machado, ahora de la Casa de Alba. Incluso, la duquesa mandaba preparar avituallamiento para los costaleros, que entraban en la Casa a reponer fuerzas.

La devoción por las imágenes de Los Gitanos la han heredado sus hijos. Cayetano Martínez de Irujo es costalero del Señor de la Salud y su hija Eugenia nunca se ha perdido la salida o entrada de la hermandad, de la mano siempre de su madre. Otra anécdota que simboliza la unión entre la Casa de Alba y la hermandad tuvo lugar en la Madrugada de 1999. Aquel año, la cofradía salía ya de su nuevo templo, levantado por la duquesa. Al salir la Virgen de las Angustias, el capataz, Alberto Gallardo, dedicó una levantá del paso de palio a Eugenia, que desde pequeña no faltaba nunca a la cita.

Embajadora allá donde fuera de sus devociones, su amistad con Curro Romero y Carmen Tello llevó también a que el torero y su esposa entraran a formar parte de la nómina de la hermandad.


Devoción por la Macarena

Doña Cayetana también tenía una enorme devoción por la Esperanza Macarena, de la que era camarera de honor, a la que siempre visitaba el Jueves Santo en la basílica y que, junto a Juanita Reina, protagonizó una de esas fotografías para la historia, subidas ambas encima del palio, vistiendo a la Virgen.

En cuanto a Montesión, tenía también vínculos, que se materializaron el día que fue coronada en la Catedral la Virgen del Rosario, en 2004, de la que Doña Cayetana fue madrina. Según contaba la propia Duquesa, la relación venía de mucho tiempo, desde que su padre, el duque de Alba, acudía todos los Jueves Santo para ver salir la cofradía. Tanto es así, que durante mucho tiempo el paso de misterio se guardaba en su Casa de las Dueñas. Su nombre, cuentan que María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, se llamaba así, también, por la dolorosa de Montesión.

También tenía cierta vinculación con la Esperanza de Triana, hermandad de su exyerno, a la que visitó en numerosas ocasiones del brazo de Francisco Rivera.

Esa cercanía con la Macarena o Montesión se multiplicaba con Los Gitanos. Era a estas imágenes a las que se encomendaba. Tanto era así, que un hermano mayor le preguntó extrañado: «Explíquenos señora duquesa, Cayetana, hermana, qué tienes con la Hermandad de los Gitanos, dímelo»...











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