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martes, 9 de diciembre de 2014

La Chicotá de Nandel: ¿Por qué papá?


Aún recuerdo el olor a cera del antiguo local, la antigua nave de pasos de donde ahora sale la Hermandad de la Paz y Esperanza. Aún recuerdo a Pepe Campos y ese olor a cera, a Rafael Muñoz padre, con su risa…

Aún recuerdo los Domingos de Ramos que empezaban en un Puente Romano, Corredera, el Señor de Córdoba, la noche, la primera fría noche que no traía más que la inquietud porque ya volvía a casa, aún con el nerviosismo de lo vivido, con sones que se habían quedado a fuego en la grabadora de mi mente, y silbando, oliéndome la ropa a incienso, volvía esperando lo que quedaba por vivir.

Aún recuerdo muchas cosas de mi niñez. Aquella niñez que parecía apagarse cuando tenía que subirme en Cruz Conde a una silla, porque el Señor yacía en su paso, yo no lo veía y quería verlo. Al dar el salto y llegar al suelo, mi bola de cera era tan grande como la pena de pensar que todo había acabado. Ese impacto de mis pies en un salto contra la ya casi solitaria calle, era como el llamador que me anunciaba el ahí queó, hasta el año que viene.

Ya no quedaba más que un Domingo de luz, soleado, con una cera azul que parecía que olía diferente. El Señor Resucitado llegaba hasta el Ayuntamiento, y ahí ya me despedía, hasta el año que viene Señor, pasaba la Madre de la Alegría, y aunque no era Alegría lo que me quedaba, era nerviosidad lo que empezaba, pues ya quedaba poco para la Semana Santa siguiente.

Años en que el aplauso era tan insuficiente como el pan de oro. Años en que a las personalidades de la Semana Santa (personalidades, no como las de ahora), caminaban por la ciudad y mi padre, les ponía nombre y apellidos a aquellas personas que velaban y afanaban por las Cofradías, y me contaba qué habían hecho, los granitos o montañas que habían aportado de esfuerzo y realidades, para que nuestra Semana Santa poseyera lo que poseía.

Todos tenemos la responsabilidad, teníamos también antes, de enseñar al que se acercaba por primera vez a una Hermandad, y le contábamos sus pequeños detalles, los que solo el cofrade conocía. Pues este Cristo antes salía de aquí, aquella Talla está realizada de este material, o, en esta cuadrilla, salen algunos costaleros que sacan también mi Hermandad, por eso, ahora se le ha tocado esta marcha, que está dedicada a mi Virgen o mi Cristo.

Conforme fueron pasando los años, mi padre, que era anti-momentazos, dejó de acompañarme, o más bien yo a él. Y disfruté de un Bailío, de Esperanza y Caridad, y disfruté en entradas, en salidas, pero uno siempre cada año vuelve a la de Ánimas, pase lo que pase, así pasen abriles o una perennidad.

Aún recuerdo mi niñez, por eso quizá algunos días peque de deslenguado. Aún tengo presentes a los que en verdad ofrecían, sin llevarse nada para sí, o imponer su nombre en placas de evocación. Por eso quizá, sea incluso hasta mal visto.

Aún recuerdo las horas, el dinero, las peleas con niñas, las anécdotas, los momentos, los escalofríos, las noches de luna, los días lluviosos, los días de sol que traía la Semana Santa consigo, y por consecuencia. Aún recuerdo las caricias de una Imagen Sagrada, el rezo de unos nazarenos, todos y cada uno de los pies descalzos, tostados por la suciedad de ese suelo Santo en que se habían convertido las calles, llenos de pipas, eso también.

Las cosas no se olvidan, los recuerdos menos. En la Semana Santa no hay memoria que el tiempo borre.

Solo espero que alguno, de los que deciden, de los que mandan, sean amigos o no, pues tengo muchos, por orgullo y para orgullo de nuestra amistad, se acuerden también de su niñez.

Puede, o mejor dicho, seguro, que el sesenta por ciento, y creo que me quedo corto, no hayan tenido niñez cofrade, si no, no tendría estos recuerdos que intento borrar, los de ahora, para que perduren con más fuerza los de antaño. Pero que ese otro cuarenta por ciento piense, que dentro de muchos años, tendrán unos hijos a los que explicarle, a los que comentarle como mi padre a mí me comentaba lo que estarán viendo, y cómo iban antes las cosas, y el por qué iban antes así, y el por qué ellos contribuyeron a su cambio.

Estoy seguro que usted que está ahora leyendo, sabe lo que le hablo, de remembranzas, y tan mal vistos estamos algunos, que quieren hacerlos pasar si pudieran, por la guillotina cofrade. Me despido solo con una reflexión.

Cuando a algún mandatario, haya tenido niñez cofrade, o tenga vivencias algo más tardías, de los que ahora creen que todo lo hacen bien, y no acepten la crítica, cuando a esos mandatarios su hijo, sobrino, o ser querido, con la inocencia del que aprende, y solo sabe preguntar como hicimos todos, le diga, le pregunte, el por qué antes iba una cosa de una forma, ¿por qué lo cambió?

Ese por qué, nunca lo dirá a nadie, nunca quizá conteste a la pregunta que ese niño inocente le ha hecho, pero recordará la guillotina en la que nos quiso meter a alguno, la vislumbrará con la hoja alzada, brillante, afilada, y sentirá pena, eso seguro, de no poder contestar a esa pregunta, mientras titulares que tanto daño le hicieron le vengan a la mente, y sentirá pena, por haber hecho las cosas como se hicieron y las personas que abandonaron lo que tanto amaban porque las ayudo a marcharse, y sentirán pena, pero esa pena no se podrá comparar a la que sentimos hoy en día algunos.

¿Por qué papa? preguntará el inocente niño, y no habrá respuesta. ¿Por qué? pregunta a veces el cofrade, y quizá venga, hasta te roce un soez insulto. ¿Por qué? preguntó Mourinho, como algunos hoy, atados de pies y manos, mientras se hunden barcos enteros, con personas y nombres de entidades más grandes de lo que alguno en la vida entenderá.

Muchos preguntáis, ¿Gente de Paz? ¿Por qué? Pues porque con Paz hacemos las cosas. El delirio del caciquismo y la fuerza del puño hacia un hermano, no cabe en esta nuestra casa. Pregunten mejor ¿Por qué Gente de Paz? Y quizá, algún niño inocente, cuando pasen los años y se haga adulto, les de la respuesta. Gente de Paz porque somos libres, porque somos tan libres como aquel niño que iba al Puente, aquel niño que pedía cera, aquel niño que conoció el amor por la Semana Santa, y que hoy, sigue siendo libre, sigue teniendo amor, pero quizá por no ser ya tan niño, no lo engañen con ningún caramelo, de los que huye, ni le pueden decir que todo va bien, cuando de ese todo que hablan, cada día queda menos, y en algunos lugares y ámbitos cofrades, roza tristemente la nada.


Fernando Blancas Muñoz



ANEXO: Mi más sincero apoyo a la Hermandad del Nazareno de Palma del Río por la pérdida de su Titular Mariana, la Virgen de la Piedad. Seguro, los cofrades nos apoyaremos unos en otros para darle más culto aún a esta Imagen, que la Hermandad nos mostrará en un futuro, nueva, resplandeciente, intacta en el cariño que le profesa su pueblo, y sobre todo, símbolo de aquí en delante de lo que nos espera en un futuro. Un futuro negro porque cada día hay más oscuridad en las mentes, y sobre todo, en los corazones de los que son “consecuentes con sus ideas”, esas “ideas”, que solo valen, y no sirven las de los demás, y menos, sus creencias.











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