Querido amor:
Te escribo esta primera carta para contarte la misma historia que me contaron mis mayores. Sí, tus bisabuelos, tus abuelos, tu tío y muchas personas más que, sin llevar tu sangre, te acompañarán por tu largo sendero de la vida. Esas personas que forman parte de nuestra otra familia, nuestra familia rociera.
Hoy, 14 de mayo de 2015, nuestra Hermandad comienza el camino hacia la Reina Celestial marismeña. Ella es esa mujer vestida de sol, coronada de estrellas y con la media luna a sus plantas que te ha cuidado y protegido desde el minuto uno de tu existencia. Con nuestra Hermandad comienza la romería, pues es la primera que se echa a los senderos y la que realiza el camino más largo hasta sus plantas. Durante los nueve días que dura nuestros hermanos vivirán un rocío de recogimiento a la hora del Ángelus, el Rosario o la Eucaristía bajo las estrellas. Pero también un rocío de alegría cuando le recen cantando a nuestro Simpecado, ése que reconocerás siempre porque lo remata San Rafael.
Cuando pasen el Guadalquivir a la altura de Coria y el Quema, el Jordán rociero, entrarán en la localidad sevillana de Villamanrique, donde nos esperará la Junta de Gobierno de la Hermandad rociera. Nuestra carreta subirá los escalones de la Iglesia y con los bueyes casi en el interior se rezará una salve y se cantarán sevillanas.
Ya habrá pasado una semana desde la salida y será una noche mágica, pues al día siguiente nuestra Hermandad se adentrará en la Raya Real, ese camino de arenas blancas que nos conduce hasta la misma puerta del cielo, ese puente, llamado Ajolí. Allí la salve sonará más fuerte que ningún día, aún cuando las gargantas están rotas.
La comitiva buscará nuestra casa, ésa en la que tantos días jugamos tu tío David y yo de pequeños a la romería. La entrada en la capilla será un estruendo de repiques de campanas, cantes, palmas y los vivas roncos del Hermano Mayor.
De pronto se desnudará la carreta para vestirla con las mejores galas para la presentación ante la Virgen y la Hermandad de Almonte, Hermandad Matriz guardiana de esta tradición. Este será el primer acto oficial de la romería, al que seguirá la Pontifical del Real el domingo por la mañana. Este acto dominical estoy segura que te gustará, pues el altar parece un bosque encantado de colores.
La Hermandad aguardará ansiosa la llegada de la luna y el comienzo del Rosario, pues es el acto que precede a la salida de la Virgen y el Niño. En ese momento se parará el reloj y nos aguardará el momento, con el que juntas soñaremos todo el año, el encuentro en El Real con la que guiará tus pasos por la vida y a la que tendrás como referente. Llegará el momento en el que la Señora venga a visitarnos, se detenga ante nuestro Bendito Simpecado a hombros de sus hijos los almonteños, esos hombres rudos de gran corazón (que nadie te diga lo contrario), pues te están entregando su tesoro más preciado.
Por ultimo vivirás el momento más triste y emocionante a la vez. La recogida del Simpecado. Con él se acabará la romería de ese año, pero no El Rocío, ya que éste dura todo el año. Los 365 días han de ser de Pentecostés y juntas, jugaremos, soñaremos con un nuevo Rocío, con una nueva romería.
A nuestra llegada a casa iremos, junto a nuestros hermanos a la Misa de Acción de Gracias, porque eso es lo primero que le tienes que dar a la Virgen, gracias por estar siempre a tu lado y cubrirte con su manto. Ese manto que se posó en ti incluso antes de nacer.
Esta es la historia que quería contarte en esta primera carta. Una historia que te contaré durante muchos años, por ser la esencia de tu familia. Una historia que irás llenando de experiencias, sentimientos y emociones propias al igual que yo, tu madre, fui y sigo haciendo. Pero sin olvidar nunca que, la Santísima Virgen y su Bendito Hijo, son el pilar de tu vida.
Este es el mejor legado que puedo dejarte. Este amor inmenso hacia una Madre que nunca abandona. Quien cree en María, nada le falta.
Sueño con tu llegada... Te quiero.
Raquel Medina Rodríguez
