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sábado, 21 de mayo de 2016

Mi luz interior: Otra forma de hacer hermandad


Anoche, camino de la inauguración de la Feria, se confirmó la noticia que me consta manejaba la redacción de Gente de Paz desde hace suficiente tiempo como para que más de dos agradecieran la discreción y no precisamente en forma de ausencia de retuit ni filtración a medios que hace muchísimo dejaron de ser referencia en esta ciudad, sobre todo considerando el exquisito trato que desde esta casa se le ha hecho y se le hace a unos y otros, pero el que la lleva la entiende. Con filtraciones o no, Gente de Paz ha vuelto a ser la primera, como de costumbre.

La banda Tubamirum firma con la Merced para el próximo Lunes Santo. He de reconocer que se me hará raro no ver a esos chicos con corbata roja que se que tanto quieren a preciosa dolorosa del Zumbacón tocando, henchidos de ilusión, detrás de su Madre, pero las cosas son como son, los dirigentes están para tomar decisiones y supongo que ésta era la única posible de entre las que se hayan podido barajar.

Lo cierto y verdad es que la banda de Cañete es una buena banda que demostrará sobradamente estar a la altura de las circunstancias la próxima primavera, como lo han estado desde el primer día. Y es que minutos después de confirmar a través de sus redes lo que algunos ya sabíamos, la corporación anunció que la banda había realizado un donativo para el respiradero de Santa María de la Merced, ese proyecto ilusionante que está siendo alimentado con la participación de buena parte de sus hermanos a través de múltiples ofrendas y que ahora lleva implícito ese granito de arena con el que la formación musical ha querido colaborar.

Habrá quien piense que no es labor de una banda que nada tiene que ver con la hermandad más allá de la firma de un contrato, colaborar con su enriquecimiento patrimonial, pero ¿qué quieren que les diga?, a mi me parece un gesto precioso y desinteresado que puede potenciar esa conexión incipiente y ayudar a que el futuro depare una relación íntima y duradera. Conlleva un grado de implicación al que una formación musical no está en absoluto obligada y que por tanto, no significando más que un gesto, destila un ánimo de demostrar que se pretende ser partícipe de la vida y los sueños de la hermandad con la que se contrata que va mucho más allá de la fría rúbrica en un documento y la consiguiente unión estrictamente profesional. Que la banda haya colaborado con su donativo en una ilusión que embarga a toda la hermandad en un símbolo que con total seguridad tendrá consecuencias en el tiempo y evidencia la calidad humana de sus componentes.

Un ejemplo idéntico lo tuvimos hace sólo una semanas, cuando tras la confirmación del contrato que ligaba a la Banda de la Salud con el Calvario para el próximo Miércoles Santo, un grupo de miembros de la formación del Barrio del Naranjo, tuvieron a bien, sin que nada les obligase a ello, acudir a un turno de trabajo de la Cruz de Mayo que la corporación de San Lorenzo instala cada año junto a la Torre Malmuerta. Un gesto igualmente desinteresado y maravilloso, una forma impecable de hacer hermandad, que viene a demostrar que es posible dar un paso más en la relación entre banda y cofradía que se sustenta en un papel firmado y que puede existir una conexión personal que enriquezca el vínculo de manera sustancial.

Ojalá en ambos casos este hermosísimo inicio implique un futuro perdurable y plagado de éxitos. De entrada, la vocación de permanencia manifestada con sus actos por parte de ambas formaciones musicales debe suponer un ejemplo para muchos y provocar el aplauso de todos.

Sonia Moreno









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