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martes, 24 de enero de 2017

El Cirineo: No hay veto que valga


El 28 de septiembre de 2016, quien les habla escribió un artículo titulado "El veto del hermano mayor del Resucitado a Gente de Paz". Les reconoceré antes de nada que soy consciente de que son muchos los defectos que adornan mi imperfecta idiosincrasia, pero entre ellos no se halla la incapacidad de rectificar cuando tengo el convencimiento de que he podido ser injusto o cuando creo haberme excedido en mis valoraciones, del mismo modo que no tengo problema alguno en elogiar un comportamiento de una persona a la que antes censuré por cualquier otra cuestión. 

Es cierto que por aquél entonces me puse personalmente en contacto con Francisco Ruiz Abril, hermano mayor de la corporación de Santa Marina, para solicitar sus impresiones acerca del mandato que iniciaba precisamente aquel día y que me contase, para transmitirlo a nuestros lectores, los proyectos de la junta que preside. Y es cierto que tuvimos un desencuentro y que el Señor Ruiz Abril me manifestó que no pensaba concederme ningún tipo declaración. Todo ello a resultas de un artículo firmado de mi puño y letra que le había provocado un gran disgusto y que consideraba ofensivo, consideración que no compartí entonces ni comparto ahora pero que respeto como no puede ser de otro modo. Igualmente es verdad que la conversación no fue precisamente suave, como lo es que de sus palabras extraje la conclusión de que el hecho de no querer hablar conmigo implicaba no querer hablar con el medio al que represento. Me equivocaba, y no me duele en prenda reconocerlo y pregonarlo a los cuatro vientos utilizando exactamente la misma vía que empleé entonces.

Dicen que es de bien nacido ser agradecido, pero yo realmente pienso que antes de ser agradecido hay que ser justo. Dijo Franz Grillparzer, un dramaturgo austriaco que vivió a caballo entre el siglo XVIII y el XIX que "de todas las virtudes, la más difícil y rara es la justicia, porque por cada justo se encuentran diez generosos". Por eso no pretendo ser generoso con el Señor Ruiz Abril, ni tampoco agradecido, pretendo ser justo.

La semana pasada, Esther Ojeda, redactora de Gente de Paz, contactó con la hermandad del Resucitado para solicitar información acerca del nuevo palio que para la virgen de la Alegría ha diseñado Rafael de Rueda. Les seré sincero, cuando inició esta gestión, recordé mi desencuentro con el hermano mayor de la hermandad, y les mentiría si dijese que tenía la más remota esperanza de que la iniciativa prosperase. Sin embargo, para mi sorpresa, la respuesta no sólo fue positiva, sino que todo fueron facilidades. Se citó a nuestra redactora y a nuestro compañero Antonio Poyato a las puertas de la casa hermandad de la corporación santamarinera para que, una vez concluido el cabildo en el que el proyecto fue presentado a los hermanos, accediesen al interior y pudiesen realizar cuantas preguntas fuesen necesarias y tomar las imágenes que considerasen oportunas. Así lo hicieron mis compañeros y, en sus propias palabras, el trato fue exquisito.

El Señor Ruiz Abril tiene todo el derecho del mundo a criticar cualquier artículo que haya salido de mis manos, sólo faltaría, del mismo modo que yo tengo todo el derecho del mundo a criticar su gestión, en positivo o en negativo, según la subjetividad que me ampara. Y por descontado, está en su perfecto derecho de no querer hablar conmigo, jamás puse eso en duda. Lo que no entendía en septiembre y jamás podría comprender, es que ello implicase vetar a todo un medio que lo que hace es, dentro de sus posibilidades, contar lo que hacen las cofradías, transmitir sus proyectos, difundir sus iniciativas y hacer llegar al mayor número posible de personas su actualidad. 

Recuerdo perfectamente que en aquel artículo de septiembre, les dije que al Señor Ruiz Abril, le honraba haber respondido a mi petición aunque fuese negativamente y que eso era mucho más de lo que algún otro hermano mayor había hecho al ser requerido por nuestros redactores, aunque luego aquella conversación hubiese derivado en el mencionado desencuentro que tal vez ambos deberíamos haber evitado. Les puedo garantizar que ya entonces valoré de manera extraordinaria su respuesta, porque los valientes hablan y se dicen lo que piensan, no se esconden tras el silencio.

Aquello me pareció un valor positivo muy a tener en cuenta a pesar de los pesares y su reacción de los últimos días corrobora aquella sensación. No tengo reparo alguno en reconocer en voz alta y clara que erré, o me excedí, al interpretar que el señor Ruiz Abril vetaba con aquella respuesta a Gente de Paz; la verdad del barquero es que no quiso hablar conmigo a consecuencia del disgusto derivado de mi artículo de opinión y no tengo nada que objetar al respecto, lo respeto y punto. Es cierto que me hubiese gustado aclarar todo lo que fuese preciso como a mi gusta, cara a cara, pero las cosas son como son y no como nos gustaría que fuesen. En lo que a mi respecta, aprecio sobremanera, fundamentalmente por respeto a nuestros miles de lectores diarios, que tengan la posibilidad de tener información de primera mano de la hermandad a la que el Señor Ruiz Abril representa y la amabilidad de los miembros de la junta de gobierno que atendieron a mis compañeros. Tal vez algún día, el Señor Ruiz Abril y yo, podamos comentar con un café de por medio todo lo ocurrido y que el veto que el tiempo ha demostrado que no era, tampoco impida una conversación constructiva.

Guillermo Rodríguez


Foto Antonio Poyato




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