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domingo, 9 de noviembre de 2014

Candelabro de cola: Noviembre, Ánimas


El mes de noviembre, en Córdoba, sabe a Ánimas. Y no puede ser de otro modo. Cualquiera que visite el Quinario del impresionante Crucificado de San Lorenzo, aunque no conozca absolutamente nada de nuestra Semana Santa, lo puede comprender contemplando con una sola mirada el altar mayor del templo. O bien si tiene la suerte de encontrar a la Virgen que vino de Écija en su Besamanos del día 1 y quedarse prendado de la Dolorosa que aprieta sus manos entrelazadas como expresión de sus Tristezas.

            Ánimas es una Cofradía diferente. Una Cofradía que, si no existiera, habría que inventar. Una Cofradía que tiene una personalidad marcada y un carisma propio. En términos generales, Ánimas tiene ese algo especial de lo que casi todas nuestras Hermandades –he dicho casi- adolecen. Y es que, a pesar de que han transcurrido tan solamente sesenta y cinco años de su última refundación, cualquier persona que contemple cualquier acto de culto de la Hermandad –estación de penitencia incluida, por supuesto- diría que la misma debió de ser la única Cofradía cordobesa que fue capaz de sobrevivir al Obispo Trevilla, de tan ingrato recuerdo. Y es que Ánimas sabe a Hermandad rancia, antigua, haciendo honor al título de la corporación: Muy Humilde y Antigua Hermandad Sacramental del Santísimo Cristo del Remedio de Ánimas y Nuestra Señora Madre de Dios en Sus Tristezas.



            En el presente año la nueva arquitectura ideada por los hermanos de la antigua Cofradía del Cristo de los Remedios ha sido, como es tradición, impresionante. Al igual que lo es el Besapiés de Nuestro Señor, la procesión del Corpus de la Hermandad o el montaje del altar tradicionalmente instalado en las puertas de la Iglesia de Santa Victoria con que la Hermandad honra el paso de la Custodia de Arfe.

            Noviembre es el mes de Ánimas. Y cada año en este mes el Remedio de Ánimas recrea un Gólgota perfecto en San Lorenzo. Es muy probable que no exista mejor lugar para orar por las almas de todos aquellos que ya pasaron a la presencia del Altísimo que a los pies del Cristo de los poetas cordobeses. El velo que pende del patibulum sobre el que Cristo reina nos recuerda que, en algún momento, nuestra vida mortal llegará a su ocaso. Y es que todo tiene su alfa y su omega, principio y fin. Afrontémoslo pues, cuando llegue nuestra hora, con la misma serenidad que muestra el divino rostro del antiguo Cristo de los Remedios.

ANEXO: Respecto al artículo "De confusiones y actos dignos de poner el grito en el cielo" que publicamos en esta misma sección el pasado 21 de septiembre, seguimos recordando que el lienzo de Ntro. Señor de los Reyes (del siglo XVIII), continúa triste e incomprensiblemente tapado con la actual decoración de la capilla que ocupan los Titulares de la Hermandad de la Esperanza. Que no caiga en el olvido.



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